los diferentes mundos

El mundo de Asia tropical

El Jardín Botánico se abre a un gran estanque soleado donde se bañan plantas acuáticas, papiros y carpas Koi japonesas. Hay nenúfares, que son los verdaderos nenúfares, y nelumbo, las plantas sagradas también conocidas como lotos.  

Las aguas estancadas del estanque forman un auténtico jardín acuático, tanto por las plantas que flotan en la superficie, como por la vegetación de las riberas y el paisaje que en él se refleja. 

El mundo de los exploradores

Al desembarcar en las costas del Caribe a fines del siglo XV, los primeros exploradores quedaron impactados por la exuberancia de las islas. 
Las plantas tropicales fascinaron a Europa hasta el punto de convertirse en objeto de una locura inagotable por parte de los botánicos-exploradores. El interés por las plantas tropicales se intensificó durante el siglo XIX, favoreciendo los intercambios de plantas entre las diferentes regiones colonizadas del mundo. 
Posteriormente, el desarrollo del transporte aéreo facilitaría aún más los viajes de las plantas.

El Jardín Botánico es un muy buen ejemplo de esto: si bien siempre reserva un lugar predilecto para la vegetación endémica de las Indias Occidentales, se enriquece con una colección de especies sorprendentes de todas las regiones tropicales del mundo.

El mundo de las palmeras

Las palmeras, con su corona de palmeras en forma de abanico o de pluma gigantesca, evocan irresistiblemente el calor y las vacaciones en el trópico.  Son símbolos de vida, suerte y fertilidad, pues todas las partes de la planta pueden ser aprovechadas por el hombre. Un espacio encantador, que invita a viajar de un continente a otro, donde cada palmera evoca el ambiente de su región de origen.

el árido

Ilustrando la heterogeneidad del ambiente tropical y contrastando con la exuberante atmósfera del jardín, una zona árida presenta una colección de plantas suculentas que combinan cactus, euforbias y agaves. Estas plantas tienen en común almacenar agua en sus troncos y sus hojas en previsión del período seco. Sus hojas, cuando existen, se reducen para limitar la evaporación. Casi siempre están provistos de espinas para protegerse de los herbívoros.

El mundo de los árboles tropicales

Una vasta pradera se abre hacia el Mar Caribe, lugar de encuentro de
algunos de los más bellos árboles ornamentales de origen tropical:
bombax, baobab, jacaranda, árbol del pan, calliandra, araucaria.

Destacan dos hermosos ejemplares del arboretum: un árbol baobab
(Adansonia digitata) de tronco liso y curiosamente hinchado en su base y
un árbol de queso (Ceiba pentendre) de tronco espinoso y extraños frutos
que al madurar se abren dejando escapar de Kapok.

También a lo largo de la ruta, algunos árboles ancestrales,
sobrevividos milagrosamente a tormentas y ciclones, son el orgullo del Jardín.

Tres de ellos son notables hasta el punto de haberse beneficiado de un énfasis especial.
Su venerable edad les permitió crecer hasta proporciones monumentales y ser
designados naturalmente como la estrella del parque.

Talipot (Corypha umbraculifera)
Quesero (Ceiba pentandra)
Higuera de Bengala (Ficus benghalensis)

el sencillo

Siguiendo el modelo de los jardines monásticos medievales, es el lugar de cultivo de plantas con virtudes medicinales también llamadas simples. No es sólo el salvaje “rimèd razié”; también hay plantas cultivadas para alimentos o condimentos (nutracéuticos).  

El húmedo mundo caribeño

En la isla de Basse-Terre, el reino de la selva tropical húmeda comienza a una altitud de quinientos metros y revela su exuberante flora. Debido a la humedad permanente, la vegetación prolifera vivazmente, y especies de una infinita variedad se entremezclan, creando un suntuoso decorado.  

Algunos árboles son “tímidos” y mantienen cierta distancia entre su follaje más alto: esto se llama “timidez de copa”. Las hojas de las copas de los árboles tímidos no se entrelazan cuando se acercan sino que revelan una "hendidura de timidez".

A través de este comportamiento, los árboles tímidos permiten que la luz ingrese al bosque a través de las grietas y podría reducir la transmisión de algunas plagas. 

Es el caso de la majestuosa Samanea Saman en el Jardín Botánico. Esta especie nativa de América del Sur también se llama "árbol de lluvia" por su hábito muy ancho y su forma comparable a una sombrilla.

El húmedo mundo caribeño es también el lugar privilegiado para detenerse en el “muro de agua”. En este lugar, los visitantes pueden apreciar las plantas epífitas que son numerosas